Da la impresión que los políticos de nuestro país están más preocupados por las definiciones de la situación que atraviesan algunos sectores de la economía española, que en la articulación de propuestas y soluciones para resolver estos problemas, los cuales además están perfectamente identificados.
A mí, como a muchos ciudadanos, me da igual que lo llamen desaceleración, que lo definan como crisis. Lo que no me da igual es que suba tanto el petróleo y lo que ello conlleva, que suba la cesta de la compra, que suba el euribor. Porque todas estas circunstancias, las llamen como las llamen, sí afectan bastante a las economías familiares.
Pero… siendo justo, supongo que tampoco está en manos de cualquier gobierno dar soluciones a problemas que tienen un ámbito internacional, aunque sí que pueden acometer medidas para amortiguar, dentro de lo posible, el impacto en las economías nacionales de los problemas económicos «globalizados». Esa si es la responsabilidad del gobierno de cada país. No obstante, creo que la autoalarma es un error porque finalmente nosotros mismos generamos psicósis, seguramente que infundadas (quiero recordar hace poco tiempo el acopio de arroz en Estados Unidos…) Ni tampoco creo que sea bueno para la economia del país que se aprovechen las malas coyunturas económicas para que colectivos concretos reclamen sus reivindicaciones históricas al gobierno, porque al final, las medidas que adopta el Ejecutivo las pagamos todos los españoles. Y que quereís que os diga, mi nómina no está para muchos «pellizcos».
El gobierno pude poner en marcha medidas de contención, pero no de solución: la burbuja inmobiliaria ahora paga los excesos de los beneficios desmesurados del sector; las hipotecas tienen, por sí solas, el riesgo del interés variable; quién necesita de los carburantes para su negocio corre el riesgo de las subida del petróleo y así sucesivamente hasta que llegá a mí. Y yo, que dependo de una nómina, asumo el riesgo de que suba todo lo comentado anteriormente y haber a quién le pido ayuda…. Entramos en una espiral donde la cabeza se come la cola, el eslabón más débil, en definitiva los consumidores, que en su inmensa mayoría dependen de salarios, pensiones y prestaciones las cuales no podrán subir como sube el petróleo, el euribor o el IPC…
Por tanto las reivindicaciones de los colectivos y de los sectores han de ser justas y como consecuencia de la actual situación económica del país y no por de otro tipo circunstancias propias del ejercicio de sus respectivas actividades económicas. Y las medidas adoptadas por el gobierno también han de ser justas y equilibradas (no beneficiar a unos en perjuicio de otros), adaptadas al problema económico coyuntural. Porque de lo contrario, las soluciones, las justicia y la solidaridad que se piden, al final, puede convertirse en injsuticia e insolidaridad.
Lo que se dice siempre…. en el término medio está la virtud.
Lo que tienen que hacer es bajar los tipos de interes antes de que decidamos no pagar y haber que hacen…